Buscar este ombligo

jueves, 18 de agosto de 2011

Cuando el ente es un ser


“¡Ser o no ser, esa es la cuestión! ¿Qué debe más dignamente optar el alma noble ente sufrir de la fortuna impía el porfiador rigor, o rebelarse contra un mar de desdichas, y afrontándolo desaparecer con ellas? Morir, dormir, no despertar más nunca, poder decir todo acabó; en un sueño sepultar para siempre los dolores del corazón, los mil y mil quebrantos que heredó nuestra carne, !Quién no ansiara concluir así! Morir...quedar dormidos...Dormir...tal vez soñar!1 (Shakespeare, 1687)

El ser, es quizás una de las travesuras del idioma que no permite describir la distinción fundamental del “ente”. Esta primera distinción es entre el ente y su entorno, así como entre el ente y otros entes, es decir, el dilema del origen del ente, entre un pedazo del todo diferente al todo y a la vez es un todo. El ser por tanto, describe la característica verbal de la diferenciación del ente en varios momentos.

En inglés, quizás sea más clara esta distinción entre el verbo “to be” que indica la una característica del ente para lograr obtener una característica, o no tenerla, y en este caso, esa característica, que en este caso sería entre ser un ente consiente que afronte la responsabilidad de ejercer la conciencia o prefiere “dormir o morir”, como lo hacen los entes no consientes.

He aquí la segunda paradoja del ente siendo ente: cuando es consiente que es un ente. En este sentido, otra diferenciación radical entre el ente consiente y el no consiente tiene que ver con la capacidad de auto diferenciarse de otros entes y de su ambiente a través de la razón. “yo soy yo y no otros, pero yo soy yo porque no soy la tierra que piso, aunque una parte que incorporo a ser yo es ser mexicano y no ser inglés”.

La tradición judeo-cristiána, basada en los grandes filósofos griegos como Platón, Sócrates y Aristóteles, entre varios otros, sostiene que la resolución de la paradoja que nos hace ser al mismo tiempo unidad y a la vez parte del todo, se debe a la presencia de otro ente no visible, ni siquiera comprobable, pero supuesto, al que llama espíritu. Este ente socialmente imaginario, es la conexión entre la divinidad que dio origen a todo, que a la vez es todo, y a los entes animados. Y una vez encontrada la respuesta, todo lo demás sería cuestión de fe, y aquí es posible dormir o morir tranquilamente, para evitar un mar de problemas.

Sin embargo, Reneé Descartes sostenía en el mismo tiempo de Shakespeare, en su frase célebre “primero pienso, luego existo”. Sin embargo, lo que Descartes aun no sospechaba es que la condición para que él pensara que existía, estaba implícita una condición social objetiva, creada a prtir de la interacción, interdependencia, autoproducción y autopoiesis de la sociedad en la que vivía y que la única manera de compartir esta complejidad social se debía al lenguaje.

En este sentido, la conciencia no proviene exclusivamente de una mente que así lo desee, sino de la paradoja (Platón) o contradicción (Hegel) que uno o varios entes consientes – a lo que, siguiendo la tradición liberal, me referiré como individuos- encuentra de su realidad social y sólo de ésta puede tener una conciencia (Marx).

Hasta aquí he mencionado algunas de las características que dan origen al ser, que coinciden con la versión pitagórica de la trinidad. El ente como unidad, la distinción del ente y otro (dualidad), la distinción de un tercero referente (trinidad). Pero se agrega una tercera variable dependiente, que tanto Heidegger como Marx desarrollaron para caracterizar la conciencia que va modificando al ser del ente: el tiempo.

Para Heidegger, el tiempo era una variable que modificaba al ser debido al conjunto de experiencias acumuladas que modificaban la interdependencia de los seres. Para Marx, la conciencia se creaba a partir de las contradicciones del sistema de producción en la que el ente estava involucrado, y que por tanto, su conciencia y lo que va siendo, es diferente de acuerdo a la confrontación de las contradicciones del sistema y que por tanto obtendría una nueva conciencia en un nuevo sistema de producción (Fromm).

Es así, que de una manera somera, sostengo que ente es una distinción entre la unidad y los otros, que sus acciones hablan de lo que hace el ente, que sus características físicas, espaciales y temporales lo hacen único y al mismo tiempo parte del todo. Que existen diferentes tipos de entes, pero lo que resaltan, son aquellos que tienen la capacidad de describir esas diferencias que los hacen consientes. Sin embargo, la conciencia es una consecuencia de la interdependencia e interrelación histórica de los seres y del conjunto de normas autónomas de poder y producción que permiten la reproducción de la sociedad de entes, pero que el eje conector de esa conciencia y acción se realiza por la comunicación como única construcción social.



Bibliogrfía
Descartes, R. (1988), La Lógica del Método, FCE, Argentina.
Fromm, E. (1972) “El hombre nuevo según Marx”, FCE, México.
Heidegger, M (1992), El ser y el Tiempo, FCE, México.
Marx, K. (1988) “Obras escogidas”, Vol 1. Ed. Progreso, Moscú.
Platón (237 AC) Sofistas, Ed. Porrúa, México.
Shakespeare, W. (1687) Hamlet, Edit. Cal y Canto [1992] México.

No hay comentarios: