¿A que le
llamamos Edad media?
La
caída del imperio romano trajo consigo una nueva configuración de
Europa que afectó las formas de generar conocimiento. La
fragmentación de dos imperios durante el siglo V de nuestra era, el
de oriente y occidente -que aún prevalece para referirse a dos
grandes culturas- dio origen al llamado Imperio Bizantino, cuna del
catolicismo imperial, y del Imperio de Oriente o Constantinopla,
actual Turquía, cuna del expansionismo islámico, fueron manejados
durante sus últimos días romanos por dirigentes nefastos que
permitieron la entrada de grupos invasores que disolvieron los
vínculos imperiales y dieron origen a una época caótica que siglos
después Hobbes describiría como el Estado de naturaleza, es decir,
la lucha del más fuerte.
A la
muerte del emperador Teodosio I, se dividió el imperio romano en dos
mitades. A su hijo mayor, Arcadio, le dio el trono del Imperio Romano
de Oriente, mientras que a su hijo menor, Honorio lo nombró
emperador en occidente. Sabiendo que su hijo era muy joven, nombró
al general Estilicón como su tutor. Después de la división del
Imperio Romano Occidente quedó conformado por Hispania, Italia,
Galia, Britania, el Magreb y las costas de Libia, mientras que
Oriente estaba conformado por la península de los Balcananes,
Anatolia, Oriente Próximo y Egipto, convirtiéndose con el tiempo en
el Imperio Bizantino, denominación tomada de Bizancio, antiguo
nombre griego de su capital Constantinopla.
El
Feudalismo
Con
la disolución de ciudades, como lo fue en la península ibérica por
parte de grupos invasores como los suevos, los vándalos y los
alanos, o la isla de Bretania por parte de los anglos, los jutos y
los sajones, o los burgundios que se dirigieron a Provenza en el
valle del río Rhin a través las quemas a las ciudades, ultrajes,
robos, asesinatos y demás atrocidades provocaron que muchos de los
campesinos tomaran las armas para defenderse y se ofrecieron como
soldados a quienes pudieran ofrecerle seguridad para trabajar la
tierra y para su prole. Dicho ofrecimiento lo tomaron antiguos jefes
del ejército romano que vivían en castillos amurallados, como los
marqueses, los condes y duques -posteriormente conocidos como Nobles-
pero también por los obispos, cardenales y sacerdotes de alto rango.
A partir de un acuerdo mutuo (contrato sinalagmático) de seguridad y
producción (auxilium et concilium), conocido como pacto de
vasallaje, entre los dueños de la casa (dominum) y los
campesinos desposeídos quienes cambiarían su denominación a
vasallos o siervos. Esta nueva relación comunitaria dio origen a una
nueva forma de producción económica conocido como feudalismo, en
referencia al feudo o territorio más las personas que allí vivían.
El feudalismo se extendió por todo el imperio occidental desde el
siglo V hasta el siglo XVII, justo al inicio de la lucha entre los
imperios europeos ya conformados en torno a la iglesia católica.
La
difusión del conocimiento
Los
escritos de las grandes bibliotecas romanas fueron quemadas por
varios grupos nómadas considerados bárbaros, como la biblioteca de
Alejandría en Egipto, en el año 415 por parte de grupos cristianos
quienes además mataron a su cuidadora, la célebre filosofa y
científica Hipatía de Alejandría. Ante tales amenazas, los
filósofos y científicos de aquella época se dieron a la tarea de
guardar y esconder de las calamidades el conocimiento en papiros y
libros en cuevas, castillos y por supuesto, en los monasterios. Fue
justamente en estos lugares donde se resguardó el conocimiento
científico de los antiguos griegos y romanos notables que hablaban
del origen del mundo, de la sociedad, las matemáticas, la
naturaleza, la teología, las artes y la ingeniería.
El
conocimiento no teológico era limitado, resguardado y hasta
prohibido para la mayoría de la población. En un principio se
intentó justificar que sólo la religión católica podría unificar
a las aldeas y ciudades europeas contra el ataque de los musulmanes.
De tal manera que las distracciones jugarían en contra de dicha
unión. Es por ello, además de un férreo control político hacia la
población, que la religión fue utilizada como parte de la ideología
de la unificación de los reinos cristianos, como el bizantino en la
alta edad media, pero también en el imperio carolingio en la baja
edad media.
Los
tiempos de guerra modelaban las formas de ser cristiano, los
caballeros surgieron pues, como iconos de la justicia, valentía y fe
que la gente valoraba. Los caballeros, hombres que hacían justicia a
caballo, se decían que tenían un código de caballerosidad en el
cual desenvainaban su espada para proteger a los pobres, a los
débiles, a las mujeres y a la religión. Sus hazañas contra
villanos eran memorables a tal grado que muchos de ellos llegaron a
ser santos, pues la caballería se le comparaba como una consagración
en donde se dejaban todas las posesiones para luchar por la justicia,
a la par que los monjes se enclaustraban o los saetas y ermitaños
buscaban a Dios en las ermitas donde podían pasar años. Hacia el
siglo XVI, Miguel Cervantes de Saavedra, un hombre medieval que había
luchado en la batalla de Lepanto, escribió la novela cumbre del
lenguaje castellano: El Quijote de la Mancha.
Recordemos
que el Quijote (por su barbilla era un símbolo de gallardía) era un
caballero que buscaba a Dulcinea de Toboso, que sin conocerla
previamente se lanzó en una odisea al lado de su fiel escudero,
Sancho Panza. El Quijote leyó tanto sobre historias de caballerías
gracias a los libros que permitía la inquisición española, puesto
que, como mencioné anteriormente, se consideraba parte de la
literatura católica. Las odas a su valentía como el Cantar del Mio
Cid o el Cantar de Rolando, hablaban de sus travesías, sobre los
valores a defender y la fe como garante de cualquier éxito.
Los
juglares y trovadores
La
forma por la cual el pueblo se enteraba de tales loas, era a través
de los trovadores y los juglares. Los trovadores – que proviene del
latín vulgar que significaba a inventar literatura- eran por lo
general personas de clases privilegiadas que cantaban en lengua
occitana, que era una variable de otra lengua de Toulouse, y se
distinguían por cantar con su laúd las historias de caballeros, de
los acontecimientos de las ciudades por las que pasaba y hasta de las
mujeres bellas de las que se enamoraba. Por su parte, los juglares
estaban conformados por cantantes de clases bajas cuyo canto se
diferenciaba por tener un poco de mayor ironía y socarronería sobre
los personajes y los sucesos notables en cada pueblo. Ambos cantantes
comunicaban los valores e ironías de la religión, encumbraban
héroes, comunicaba las noticias de los pueblos y contaban historias
sobre los dilemas que encerraba el feudalismo.
La
ciencia
La
ciencia en cambio se mantuvo oculta en los círculos religiosos. En
Europa abrió su primera universidad, la de Bolonia, hacia finales
del siglo XI, siguiendo La Sorbona, Montpellier y Cambridge en 1209.
Sin embargo, en el mundo del Islam, ya habían fundado universidades
con anterioridad, como la de Al-Karaouine en el 859 de nuestra por
la hija de un rico mercader, la Universidad Al-Azahar en Egipto en el
972 y Al Mustansiriya en Bagdad en 1227. La diferencia en la
educación era abismal entre la enseñanza cristiana y musulmana,
pues mientras que en Cambridge la educación matemática más
avanzada era la trigonometría pitagórica, en las universidades
islámicas enseñaban el álgebra, los logaritmos, geometría y
contaban con los famosos números arábigos que les permitían
elaborar difíciles operaciones en poco tiempo. Por su parte, en loas
catedrales- donde proviene el término cátedra1-
se enseñaba a partir del método de las siete artes liberales
esbozado en el libro del Satiricón conocidas como trivium et
quatrivium. Es el inicio de la
secundaria y la preparatoria para nuestra actualidad, pero la
cristianización de estas artes dieron como resultado la
escolástica2,
que era una corriente que procuraba enseñar la razón y la teología
en un mismo campo a partir de las escuelas catedralicias, desde el
siglo XI.
Los
adelantos científicos y el desarrollo de la literatura se dio
gracias a un grupo de comerciantes que viajaban a tierras lejanas:
los burgueses. Estos se caracterizaban por vivir en los burgos3
que en pequeñas ciudades cercadas al rededor de fortificaciones que
se caracterizaban por su posición estratégica y por la torre de
vigilancia de donde proviene su nombre, brindó libertad y protección
a comerciantes y artesanos que a su ves los liberaba de las leyes de
los feudos. Varios de ellos podían comerciar con pueblos musulmanes
y con el tiempo varios de ellos aprendieron prácticas y el idioma de
estos pueblos, el árabe o incluso llegaron a cambiar de residencia a
países islámicos como en Damasco donde hubieron asentamientos
cristianos y judíos donde se respetaron sus costumbres, claro,
pagando impuestos a los sultanes musulmanes. Con el paso del tiempo,
los burgueses crecieron en poderío y desarrollaron grandes comercios
con los países del oriente donde florecieron ciudades como Florencia
y Venecia, donde se desarrolló el sistema bancario, la política, la
teoría económica y la estandarización de las monedas.
Los
adelantos tecnológicos, especialmente marítimos, se dieron gracias
a este comercio así como la necesidad de generar educación a un
mayor número de personas como en el mundo musulmán, donde la
enseñanza del Corán obligaba a todos a leer en esa riquísima
lengua, en cambio, la enseñanza de la religión, como sabemos, era
en latín por un cura cuya lengua de origen era una lengua romance,
germánica o anglófona. Hacia el siglo XVI, la copia de las
enseñanzas del mundo islámico permitieron el avance de los
conocimientos, el redescubrimiento de los griegos antiguos, de la ley
romana, de los avances chino, de la comida, de la medicina y de los
ropajes en un periodo conocido como el Renacimiento. Y es verdad, fue
un renacimiento del mundo cristiano ante el lastre de la religión
católica como forma fundamentalista de conocer el mundo lo que
atrasó Europa y que ahora, ese fundamentalismo islámico atrasa a
varios países.
BIBLIOGRAFÍA
CAHEN,
Claude (1972), El Islam. Desde sus orígenes hasta el comienzo del
Imperio Otomano. Ed. Siglo XXI, España.
DHONDT,
Jan (1971), La alta edad media. Ed. Siglo XXI, España.
ROMERO,
José Luis (1949) La Edad Media, FCE, México.
Khun,
Thomas (1971) Las estructura de las revoluciones científicas, FCE,
México.
1Catedral
proviene del termino romano Cardo, que significa el punto inicial de
la traza de alguna ciudad nueva o exnihilo,
por la cual se trazarán las dos grandes
avenidas perpendiculares que darían inicio al centro de la ciudad.
2Proviene
del término latino skola, que paradójicamente significa
ocio.
3Proviene
de la lengua germánica burgus, ciudad o castillo y a su
latinización.