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martes, 20 de noviembre de 2012

El Buen Fin de la revolución mexicana

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Este fin de semana el capital oligopolico de este país conmemoró a su manera un evento para intentar borrar la conmemoración de la Revolución Mexicana. Desde una propuesta del circo televisivo llamado Iniciativa México, es que surge la idea de hacer un fin de semana en el cual se adelanta la mitad del aguinaldo a los trabajadores de unas empresas y a los burócratas del gobierno federal para tener la oportunidad de gastarlo en artículos de consumo. Curiosamente, esta “fiesta de las ofertas” ha coincidido con la conmemoración de la Revolución mexicana por dos años consecutivos.

El Buen Fin, juega así un rol en la semiótica patriotera a la que nos han acostumbrado desde la década de los 30's, en la cual recordamos el mito en torno al cual las élites entienden la revolución mexicana a través del rituales masivos conocidos como desfiles militares. Durante la fase autoritaria del partido de Estado, el PRI, se obligaba a los trabajadores, campesinos, burócratas y militares a asistir a los eventos del 20 de noviembre en la plancha del Zócalo para generar un ambiente de realidad virtual en donde se encumbraba la figura del presidente como un agente articulador del corporativismo al que le dan el nombre de “unidad nacional”. Para los gobiernos de la burguesía política, es decir, del PAN, el cambio en el ritual de la revolución comenzó a tener cambios sutiles pero de fondo. En primer lugar, durante el gobierno del tribilín de las botas de charol, esta conmemoración dejó de ser parte del calendario festivo obligatorio. Posteriormente, para los festejos del bicentenario de la revolución, el presidente del plomeo, organizó una feria estilo fandango para que el pueblo disfrutara de los personajes de la revolución tal y como se hace en cualquiera de los parques de Disney, descontextualizando la lucha y desvirtuando las contradicciones sociales hasta el nivel de una anécdota épica y distorsionada de la realidad. El desgarriate aquel, propio de la educación neoliberal, fue seguida de la figura de acción más grande del país, la cual ya se encuentra amontonada en alguna bodega, y de la obra cumbre del saqueo de los oligarcas neoliberales, me refiero a la Estafa de Luz en forma de galleta suavicrema.

Para rematar el paroxismo, las subsecuentes celebraciones tuvieron como margen la celebración del Buen Fin, para quienes la contrarrevolución les hizo justicia. En ella, sólo las grandes cadenas del retail y los bancos se pusieron de acuerdo con el gobierno para la entrega de la mitad del aguinaldo. Para alentar las ansias de consumo de los trabajadores, han creado una campaña que alienta la compra desmedida de accesorios tecnológicos, ropa “de marca” y otros enceres bajo la promesa de comprarlos en una temporada inaudita de rebajas, ofertas y pagos de hasta 18 meses si usan la tarjeta de crédito. Luego de esta tomadura de pelo -por decirlo menos- es el momento de dejarle los festejos al gobierno de los 60 mil muertos.

Resulta irónico que pareciera ésta una estrategia para desviar la atención del descontento generalizado de los trabajadores mexicanos, que previo a la conmemoración de la revuelta contra las injusticias de la dictadura porfirista y de la instauración de gobiernos mezquinos contra las que el pueblo se levantó. Parecen escupirnos en la cara mientras nos ofrecen créditos y banderitas como paliativo a las verdaderas demandas del pueblo: justicia, igualdad y dignidad.