Este fin de semana el capital
oligopolico de este país conmemoró a su manera un evento para
intentar borrar la conmemoración de la Revolución Mexicana. Desde
una propuesta del circo televisivo llamado Iniciativa México, es que
surge la idea de hacer un fin de semana en el cual se adelanta la
mitad del aguinaldo a los trabajadores de unas empresas y a los
burócratas del gobierno federal para tener la oportunidad de
gastarlo en artículos de consumo. Curiosamente, esta “fiesta de
las ofertas” ha coincidido con la conmemoración de la Revolución
mexicana por dos años consecutivos.
El Buen Fin, juega así un rol en la
semiótica patriotera a la que nos han acostumbrado desde la década
de los 30's, en la cual recordamos el mito en torno al cual las
élites entienden la revolución mexicana a través del rituales
masivos conocidos como desfiles militares. Durante la fase
autoritaria del partido de Estado, el PRI, se obligaba a los
trabajadores, campesinos, burócratas y militares a asistir a los
eventos del 20 de noviembre en la plancha del Zócalo para generar un
ambiente de realidad virtual en donde se encumbraba la figura del
presidente como un agente articulador del corporativismo al que le
dan el nombre de “unidad nacional”. Para los gobiernos de la
burguesía política, es decir, del PAN, el cambio en el ritual de la
revolución comenzó a tener cambios sutiles pero de fondo. En primer
lugar, durante el gobierno del tribilín de las botas de charol, esta
conmemoración dejó de ser parte del calendario festivo obligatorio.
Posteriormente, para los festejos del bicentenario de la revolución,
el presidente del plomeo, organizó una feria estilo fandango para
que el pueblo disfrutara de los personajes de la revolución tal y
como se hace en cualquiera de los parques de Disney,
descontextualizando la lucha y desvirtuando las contradicciones
sociales hasta el nivel de una anécdota épica y distorsionada de la
realidad. El desgarriate aquel, propio de la educación neoliberal,
fue seguida de la figura de acción más grande del país, la cual ya
se encuentra amontonada en alguna bodega, y de la obra cumbre del
saqueo de los oligarcas neoliberales, me refiero a la Estafa de Luz
en forma de galleta suavicrema.
Para rematar el paroxismo, las
subsecuentes celebraciones tuvieron como margen la celebración del
Buen Fin, para quienes la contrarrevolución les hizo justicia. En
ella, sólo las grandes cadenas del retail y los bancos se
pusieron de acuerdo con el gobierno para la entrega de la mitad del
aguinaldo. Para alentar las ansias de consumo de los trabajadores,
han creado una campaña que alienta la compra desmedida de accesorios
tecnológicos, ropa “de marca” y otros enceres bajo la promesa de
comprarlos en una temporada inaudita de rebajas, ofertas y pagos de
hasta 18 meses si usan la tarjeta de crédito. Luego de esta tomadura
de pelo -por decirlo menos- es el momento de dejarle los festejos al
gobierno de los 60 mil muertos.
Resulta irónico que pareciera ésta
una estrategia para desviar la atención del descontento generalizado
de los trabajadores mexicanos, que previo a la conmemoración de la
revuelta contra las injusticias de la dictadura porfirista y de la
instauración de gobiernos mezquinos contra las que el pueblo se
levantó. Parecen escupirnos en la cara mientras nos ofrecen créditos
y banderitas como paliativo a las verdaderas demandas del pueblo:
justicia, igualdad y dignidad.