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miércoles, 31 de marzo de 2010

Movimiento al Socialismo: una respuesta para el cambio en México


La sociedad mexicana esta viviendo tiempos de crisis y necesidades de cambio. No obstante, la dirección de los cambios, la organización para llevarlas a cabo y la dirigencia para lograrlos son difusos, contradictorios y hasta cierto punto, débiles. La ruptura social de varios paradogmas culturales, tales como el presidente fuerte, los matrimonios entre persona del mismo sexo, el aborto, entre otros tantos, forman parte de esa necesidad de nuevos sentidos y significación de las cosas establecidas.

El sistema capitalista actual está pasando por su peor crisis desde sus inicios hace ya más de 200 años. Pese a ello, varios gobiernos bajo la tutela de la burguesía financiera, industrial y especuladora de mercados se aferran en mantener el sistema de explotación actual. Algunos académicos burgueses y tecnócratas de los países del capitalismo desarrollado y del subdesarrollado han propuesto medidas para mantener los privilegios de las clases dominantes en todos los países, llegando incluso a la aberración de pagar con la vida del planeta -como se vio en Copenhagen recientemente- con tal de mantener sus privilegios como clase explotadora global.

Los países del capitalismo central, como los llamados del Grupo de los 7, Estados Unidos, Japón, Alemania, Italia, Francia, Reino Unido y Canadá, mantienen sus niveles de riqueza y expansión a través de la explotación del resto de los países periféricos de Asia, América Latina, África y de la misma Europa. El mantenimiento de los altos niveles de vida de buena parte de la población de los países avanzados no se debe al financiamiento responsable de sus gobiernos, puesto que esos altos índices de endeudamiento son soportados por el constante cobro de deudas impagables por parte de los países periféricos, por agencias internacionales como el FMI, el BM y sus filiales regionales.

La explotación hacia el proletariado mundial, incluso en los países centrales, el campesinado, los indígenas y lumpen-proletariado se reproduce a través de la apropiación de bastas zonas de cultivo histórico, del trabajo y de la marginación de mano de obra barata urbana.

La lucha contra este sistema salvaje y anárquico se ha venido dando por amplios sectores sociales, indígenas, estudiantiles, así como entre los obreros y campesinos conscientes y autónomos, quienes han debido resistir ante la fuerza del estado, incluso pagando con sus propias vidas. Las guerras en África por la explotación de diamantes en Sierra Leona y Costa de Marfil, el oro de Zimbabue, Ruanda y Sudáfrica han sido pagadas con el exterminio de aldeas y tribus completas bajo las armas de mercenarios pagados por grandes centros financieros y tiendas de lujo. En América Latina, ha pasado por situaciones similares aunque todavía no tan extremas como en aquel continente. Pero los pueblos han resistido a las dictaduras, torturas, exilios y con la muerte en todo el continente latinoamericano, salvo contadísimas excepciones, como el caso cubano. Pero todos los países han debido someterse a los dictámenes de la burguesía transnacional y a adaptarse de la peor manera al capitalismo.

El capitalismo en México

México, al igual que casi todos los países latinoamericanos atraviesa los problemas de peor manera, respecto a otros países similares debido al establecimiento del modo neoliberal del sistema capitalista periférico. ¿Qué significa esto? Como mencioné con anterioridad, en nuestro país se ha reproducido un sistema de capitalismo subdesarrollado, esto es, que el sistema de producción capitalista no es predominante en todo el país (alta división del trabajo, desarrollo de una burguesía nacional y de un proletariado amplio, industrialización y producción descontrolada de bienes económicos, y un sistema de acumulación predominante basado en la renta de la tierra, el cobro de intereses monetarios y la apropiación de la fuerza de trabajo). El sistema capitalista mexicano comparte mercados con sistema de producción informal, y de autoabastecimiento.

El subdesarrollo se debe a varios factores estructurales como los son: un sistema capitalista basado en la predominante explotación de materias primas para exportación, dejando de lado el desarrollo tecnológico y de conocimiento que nos hace dependientes de la tecnología de los países que sí la desarrollan necesaria para la explotación; la acumulación de la ganancia para la burguesía nacional y transnacional, que impiden la participación de nuevos competidores y mantienen el rezago de las clases oprimidas; un sistema de generación de riqueza basado en la privatización, la herencia y el fraude sistemático que beneficia a la oligarquía industrial y financiera por un lado y a los terratenientes locales por otro. Un sistema educativo, de salud y vivienda cada vez más empobrecido entregado cada vez más al mercado.

El modo neoliberal, por su parte, le imprime esa posibilidad de liberalización económica y política en la que los intereses del mercado se imponen por sobre las necesidades sociales. De ahí, que la apertura del sistema político y electoral no sean un obstáculo para darle continuidad al sistema capitalista. El secreto de mantener las relaciones autoritarias de poder está en convertir a los líderes y revolucionarios en burócratas pequeño-burgueses, hacerles creer que gobiernan cuando sólo mandan, pues no poseen un aparato de explotación y apropiación como la burguesía. Los ideales han sido convertidos en spots publicitarios y convertir a la ciudadanía en meros consumidores en un mercado de partidos y líderes creados por los medios de comunicación. El sistema electoral ha sido asimilado a un mercado que ofrece promesas políticas, pero impide el escrutinio público, que permite elegir al gobernante, pero no permite su constate control ciudadano; que tiene partidos que se han convertido en máquinas de ganar votos, y una ciudadanía expectante, pero preocupada, aunque funcional al autoritarismo.

Factores estructurales del capitalismo

Quienes se benefician de este sistema es la burguesía transnacional. Por burguesía me refiero a todos aquellos individuos que son propietarios de los bienes de producción económica, que se benefician a partir de la explotación del trabajo excedente de la mano de obra. Es transnacional porque la distribución de la ganancia no para en las arcas mexicanas sino que sale hacia otros países. Ello se debe a que la endeble burguesía nacional que compartió por muchos años el proyecto emanado de la Revolución y del PRI, abandonó las formas de control político de éste partido para implantar sus propios intereses con sus propios gobiernos, lo que implicó una competencia descarnada desde la década de 1980 entre la burguesía nacionalista y la transnacionalita, siendo esta última la predominante.

Las crisis del capitalismo se originan por la misma fuente de la creación de su riqueza: la producción descontrolada. Es un sistema contradictorio de producción de la riqueza a partir de la acumulación del dinero por el dinero mismo. Pretender que podemos darle un carácter diferente al capitalismo sería una tarea tan inútil como pretender convertir a un tigre en vegetariano. El Estado de Bienestar, ha sido propuesto desde la década del 1960 como una “alternativa” a la depredación del capitalismo, pero con el objetivo de incrementar los niveles generales de vida de la población. Tuvo algunos efectos relativos en Estados Unidos con el pacto nuevo o New Deal del presidente Roosevelt, en Gran Bretaña en la década de 1950, así como en Japón y Suecia. Los intelectuales burgueses hablaban de la movilidad social que el capitalismo genera a través de las oportunidades que cada individuo puede tomar, si quiere. Sin embargo, las evidencias históricas han demostrado que las condiciones generales de la gente no aumentan, ni que las clases sociales suben en la jerarquía, sino un pequeño puñado de individuos conectados con individuos mejor posicionados. Es decir, que en realidad las estructuras predeterminan al individuo y no al revés.

Cuando se quiso implementar en América Latina, se topó con una clase política corrupta y autoritaria que rápidamente observó los beneficios políticos que conlleva el reparto de la riqueza por parte del Estado. A este sistema, Juan domingo Perón le nombró Populismo, una mezcla autóctona entre el socialismo y el capitalismo. La burocracia vivió momentos de auge una vez que se le hizo la encargada del reparto de los “beneficios” sociales, que en su lugar llevaron a clientelas seleccionadas que han sido usadas como capital político para saltar de una posición a otra.

Acercamiento al análisis del cambio social en México.

Una de las promesas del neoliberalismo en México fue acabar con ese sistema burocrático-autoritario y en su lugar instalar una burocracia menos numerosa tecnificada y eficiente. Y eso no sólo no ocurrió, puesto que se creó más burocracia para controlar a la antigua burocracia y se empoderó a los altos niveles con salarios mayores a cualquier obrero calificado. Hoy vuelve como propuesta de campaña de Andrés M. López Obrador, por encima de los engendros difusos de la actual clase política.

Sin embargo, México no necesita más desarrollar el subdesarrollo, ni convertir al capitalismo en beneficiario de la gente, ni esperanzarse en un mesías o en que la buena voluntad guíe los pasos de la acomodada clase política. México necesita de planes a largo plazo que le garanticen en primer lugar, el incremento en la calidad de vida de toda su población en particular de los marginados del sistema económico; abatir los niveles de corrupción; crear empleos estables y derechos laborales necesarios para aumentar los niveles de ida de nuestros trabajadores y campesinos; entre otros tantos temas urgentes.
¿Cómo podremos dirigir un cambio si no controlamos los agentes de cambio estructural del país? Me refiero al sistema económico y al político. Es necesario identificar primero la raíz que origina la riqueza en nuestro país, es decir el trabajo. Trabajo ejercido por todos los obreros, campesinos, burócratas, estudiantes que al ser dueños del mismo tienen la herramienta inicial para convertir la explotación de la cual son presa, en palanca de cambio. Especialmente los obreros, pero la parte más avanzada de los obreros calificados con mayor conciencia social y política son la vanguardia de esa transformación o revolución.

La revolución no necesariamente redunda en el cambio violento que normalmente se cree. La revolución implica el cambio en la esencia de las relaciones sociales, económicas, culturales y políticas. Los cambios que propone la burguesía y sus repetidores académicos radica en cambios de forma, pero manteniendo la esencia. Esos son los llamados reformistas, enemigos de la revolución tanto como la burguesía.

El cambio en las relaciones económicas proviene que serán los obreros mismos quienes se encargarán de la producción, no con fines de acumulación monetaria, sino con fines de cubrir las necesidades sociales. Para ello, se debe planificar la producción y poner en el centro al ser humano como beneficiario. Las decisiones deben tomarse de manera colectiva, así como la supervisión y transparencia en los gastos, compartidas con la sociedad, con el objetivo primero de eliminar a la burocracia y en segundo para hacer más efectivos y transparentes la creación de recursos. Con ello no me refiero a socializar todas las empresas, sino aquellas que son fundamentales para el desarrollo social. Las PYMES no pueden ser socializadas, aunque la propiedad en donde trabajen sí.

De igual manera, la reactivación del campo mexicano, complejo por el desastre emanado en las últimas décadas. La socialización de la tierra, para quien la trabaje y cumpla con la tarea fundamental del campo, alimentar a toda la población y que sus trabajadores no mueran de hambre en el intento.

Al mismo tiempo, la democratización del sistema de producción de bienes públicos. La democracia como forma de participación masiva y consciente para llegar a la toma de decisiones colectivas basadas en el debate, la discusión, la elección de delegados y el acatamiento de las mismas. La consulta temporal, limitada y consultiva a la cual nos tiene acostumbrados ha convivido con las formas autoritarias de relaciones de poder. Esa dependencia, temor y fetichismo a la autoridad es la que no nos ha permitido cambiar nuestra idiosincrasia y emanciparnos como sociedad ante sus gobernantes. Ese autoritarismo que es disfrazado por las elecciones controladas por el estado o la élite poderosa de la cual no nos está permitido controlar, puesto que tienen fuero. Aquellos gobernantes que se creen iluminados dentro de un pueblo al que consideran incapaz de gobernarse a si mismo, y por ende, generan relaciones de co-dependencia.

La gente aprenderá con la práctica, pero sobre todo de la lucha misma que los lleve a hacerse cargo de sus propios destinos, de la lucha de clases por conseguir su emancipación.

Todo lo anterior, necesita de una organización consciente y comprometida, de un partido revolucionario que sirva para coordinar los intereses colectivos y para mantener el flujo de información con las masas, de una dirigencia emanada y controlada por la propia gente que los impulse, y por supuesto un proyecto coherente, claro y preciso de las acciones a tomar. Pero siempre con los trabajadores como la vanguardia de ese cambio.

¿Por qué ellos y no otra clase? Porque los obreros están acostumbrados al trabajo de transformación, conocen los errores del sistema capitalista y tienden a una actitud más revolucionaria y a la democracia como en los sindicatos. La clase media, tiende a la vida cómoda o a la discusión fácil, pero no tiene en general, el arrojo para transformar y luchar por la revolución.

Los pequeños burgueses, el micro-empresario, los supervisores están acostumbrados a seguir las pautas del burgués, al que admiran y respetan, pero no son conscientes que sólo sirven como enlaces de la explotación de la cual ellos mismo son parte. Pero es posible que puede aliarse como importante apoyo en la organización y estudio. Los estudiantes, a pesar de ser una rama altamente consciente, no generan trabajo en las fábricas y por lo tanto no pueden apropiarse de ellas, pero sí pueden ayudar a la formación de cuadros y al acompañamiento de las luchas obreras, debido a que son la parte más consciente de la sociedad.

El lumpen proletariado, es decir, los pobres, los marginados, los comerciantes informales, tampoco pueden ser parte de la revolución, puesto que no están acostumbrados al trabajo constante y tienden a la compensación caritativa de la que históricamente han sido determinados. Ellos tienden a ser conservadores antes que revolucionarios.

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