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domingo, 3 de octubre de 2010

2 de octubre: El recuerdo de los estudiantes con ideas de futuro


Por: Elizabeth Quiroz y Eduardo Bustos

El 2 de octubre representa para la conciencia colectiva mexicana el día en que el gobierno se enfrentó a su peor enemigo: los estudiantes conscientes y organizados. Y es que las diferencias entre los estudiantes de 1968 con los del 2010, son fundamentales para comprender la deplorable situación actual entre los jóvenes mexicanos.
Mientras que los estudiantes del 68 luchaban por ideales de democracia y mejoras sociales en base al predominio de la ideología del socialismo entre las aulas de las universidades públicas, los estudiantes del 2010 buscan entrar a una escuela y conseguir un empleo medianamente decente, por lo menos el 20% de los que logran entrar a las universidades.
Y es que, a pesar de las contradicciones del sistema político y social de finales de los 60´s, existía una visión de proyecto nacional que concatenaba las necesidades de la clase media –cuando existía- a mayor nivel de educación mayor probabilidad de encontrar un empleo bien remunerado, que se reflejaría por tanto en una mejor calidad de vida. Hoy en día esta ecuación ya no es percibida como válida.
La matanza de estudiantes que inició el 2 de octubre de 1968, no fue un episodio aislado ni el único. En ese mismo año, otros estudiantes en Checoslovaquia, España, Francia, Uruguay, Argentina y la República Federal Alemana luchaban por la justicia social y un régimen de libertades. Gracias a estos movimientos estudiantiles, sindicales y sociales nos dimos cuenta que los derechos de los ciudadanos son mucho más importantes que los privilegios de los gobernantes. Así, gracias a estas manifestaciones masivas de descontento, es como heredamos las ideas de democracia, pluralidad, participación y libertad, a tal grado que los mismos regímenes estuvieron obligados a abrazarlas y hacerlas propias.
Sin embargo, los gobiernos actuales no han sido capaces o no han querido, que el pensamiento crítico se desarrolle entre sus estudiantes, sino formar ejércitos de empleados dispuestos a obedecer.
Según estudios de la CEPAL , el aumento de la educación privada en América Latina es uno de los factores de riesgo para no salir del subdesarrollo, dado que las necesidades del mercado en el capitalismo periférico requieren empleados acríticos que se conformen con salarios bajos, pero que ofrezcan las mejores calidades técnicas y disposición a largas jornadas laborales, donde no son necesarias habilidades científicas y especializadas puesto que, en el mercado de exportación de materias primas, son prescindibles y pueden ser realizadas por la élite educada en los países del capitalismo central.
Justamente, esta nueva élite pro-mercado, descendientes de la clase política de la década de los 60´s y 70´s, comenzó a gobernar en los países de América Latina en la década de los 90’s. No es coincidencia que Salinas, Menem, Color de Melo entre otros que estudiaron en universidades de Estados Unidos, siguieran pautas similares como la conducción del neoliberalismo impulsado por los gobiernos autoritarios que les precedieron . Así, desde hace 30 años surgió un cambio generacional en el aparato del Estado, que dio paso para que los economistas educados en Estados Unidos desplazaran a los abogados provenientes de la UNAM .
Transcurridas tres décadas, hemos sido testigos del avance sin dirección de nuestro sistema educativo, donde lejos de brindar equidad social se ha ampliado la brecha de conocimiento de acuerdo a su capacidad adquisitiva.
Y es que a 42 años de distancia, seguimos teniendo el mismo gobierno, lo que nos hace falta son más estudiantes luchando por la equidad social, por un México más justo con igualdad de oportunidades.
Es cierto cuando decimos que sólo por medio de la educación alcanzaremos el desarrollo pero también es cierto que son nuestros estudiantes, quienes a través del conocimiento enfrentarán a un régimen que se aferra al poder por el poder, que no está contribuyendo al crecimiento económico y que tampoco nos otorga estabilidad política con participación social.
Por todo lo anterior, y hasta que la democracia deje de ser un motivo de defensa constante, el 2 de octubre seguirá siendo parte de la necesidad de soñar por una verdadera transformación del México contemporáneo.

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