La formación de
cualquier partidos político inicia justamente como la forma de
representación de los intereses de grupos o fracción de clases,
para poder acceder al poder y resolver los problemas que consideran
más relevantes. En este sentido, los partidos políticos son
instrumentos que sirven como medios para lograr, a través de normas
democráticas el acceso al poder de forma legítima, es decir con los
mejores argumentos y personajes que generen mayor confianza en un
ambiente competitivo. Al menos así es como las actuales leyes
electorales mexicanas reconocen el papel de los partidos en un
contexto de democracia restringida.
La democracia
restrictiva y el capitalismo global
En términos generales,
la democracia es un sistema de gobierno el cual se caracteriza por la
libertad de participación de los ciudadanos en torno a las cosas
públicas, es decir, a la política. No puede haber libertad si y
sólo si el ciudadano se encuentra sin las necesidades básicas
cubiertas, esto es, una casa, comida, trabajo, de lo contrario la
democracia no tiene sentido, y la libertad menos aun. Sin embargo, la
democracia bajo el el neoliberalismo ha sido diseñada para servir
como una nueva forma de desmovilización ciudadana a partir de la
separación ideológica de la política hacia otros temas sociales,
restringiéndola al ámbito electoral, la cual sólo puede ser
entendida y manejada por personas con ciertas capacidades y
características intelectuales superiores al promedio de la
población. De ahí que la democracia sea restrictiva para la amplia
mayoría de la población, las cuales tienen la única tarea de ser
un consultor periódico sobre quiénes gobernaran.
El neoliberalismo no es
más ni menos que el retorno de la teoría económica clásica
capitalista del siglo XIX de Adam Smith, Jean Baptist Say, David
Ricardo que sostiene que la sociedad en su conjunto debe supeditarse
a las necesidades del mercado bajo tres máximas: mercado,
competitividad y crecimiento sostenido. Pero los neoliberales
sostienen que la economía es una ciencia que se maneja por si sola
por lo que la política deben supeditarse a sus necesidades. Pero el
capitalismo no es un sistema de competencia perfecta, ni el mercado
se maneja por una mano invisible, de hecho existen grupos económicos
que han acumulado poder financiero y político a través de una serie
de triquiñuelas, robos, explotación que les han permitido
monopolizar los grandes flujos de dinero.
Los partidos políticos
en el Estado neoliberal
El neoliberalismo, surgió
como una respuesta al Estado de Bienestar keynesiano que, como
reforma al propio capitalismo como respuesta a la crisis de 1929,
procuraba el crecimiento económico basado en la rectoría del Estado
en la economía nacional a partir del manejo del instrumento de la
deuda para expandir la industria y el empleo para mejorar la
capacidad de compra de los trabajadores. El neoliberalismo, es por
tanto el desmantelamiento del Estado de Bienestar iniciado en la
década de los setentas, es decir, de los derechos ganados por los
trabajadores tales como la vivienda, los contratos colectivos, las
pensiones, el salario digno, las educación pública, el manejo de
los recursos naturales mediante dominio público, principalmente. El
desmantelamiento de este tipo de Estado, del cual México tenía el
suyo en cierta medida y con sus particularidades, se logró gracias a
la acción de los grandes bancos a partir del manejo del crédito
bancario dirigido para fortalecer el sistema financiero mexicano y
que, sin embargo solo sirvió para incrementar el poder de los
monopolios empresariales mezclando sus ganancias con los banqueros,
es decir, el fortalecimiento del capital financiero que culminó su
primer ciclo en 1982 con la crisis bancaria que llevó al impago de
la deuda del país. El neoliberalismo mexicano comenzó una serie de
cambios que a se venían dando desde los países centrales del
capitalismo, esto es la expansión de las reglas del mercado que la
caída del muro de Berlín y de la Unión Soviética a finales de los
ochenta y principios de los noventa.
La década de los noventa
fue la época del auge del neoliberalismo pues, una vez eliminado el
mayor oponente económico, el capitalismo expandió las leyes del
mercado, la competitividad y el crecimiento sostenido en todas las
economías del mundo, esto es la fase de globalización del
capitalismo. Durante esta fase el capitalismo se valió de una nueva
forma de acumulación basada en la creación de dinero para tener más
dinero que se conoce como financiarización de la economía, esto es,
que el dinero ha dejado de ser un instrumento de cambio para
conseguir mercancías, ahora esta nueva fase de acumulación precisa
de unos cuantos monopolios que produzcan el dinero, esto son los
grandes bancos internacionales, que a su vez le presentan a otros
grandes bancos nacionales y éstos a otros bancos locales más
chicos. A partir de esta etapa, el poder ya no se encuentra en los
políticos que dirigen los Estados nacionales, sino en estos
monopolios internacionales que ostentan tanto poder como para imponer
gobiernos, sin importar el método, en varios países, entre ellos
México.
La crisis de la
representación de los partidos
La democracia restrictiva
o mejor conocida como representativa, juega aquí un papel crucial
para el mantenimiento de estados de gobernabilidad que permitieran la
expansión del capitalismo en su fase de globalización de mercados.
Para ello, se abrió la participación de otras fuerzas políticas
opositoras a los gobiernos que impulsaron el neoliberalismo con el
objetivo de disipar el descontento de algunos grupos
antineoliberales, principalmente de izquierda más radical (aunque no
toda, como los socialdemócratas) mediante una serie de prebendas
tales como algunos escaños en los Congresos, gobiernos locales y
algunas leyes que no vulneraran la esencia de las nuevas condiciones
del capitalismo. Esto ha contribuido a beneficiar a los grupos
conservadores o de derecha en la lucha de clases, desviándola
retóricamente hacia un campo de elecciones, líderes y discursos. La
democracia representativa y los partidos políticos jugaron un papel
contradictorio que, por un lado, incrementaban el número de
competidores por puestos de representación proporcional, pero por
otro, condicionaban la movilización de las clases trabajadoras, y
campesinas a meros esquemas electorales, dejando en un papel
secundario las demandas sociales.
La crisis financiera
global de 2008, la peor de los últimos doscientos años del
capitalismo, ha significado un cambio en las formas de dominación de
los Estados neoliberales y por tanto, ha tambaleado a los grandes
monopolios principalmente en los países de la Unión Europea,
Estados Unidos, los países musulmanes, en China y por supuesto, en
América Latina. La fase de financiarización de las economías ha
resaltado las contradicciones del sistema capitalista pero también
ha incrementado la lucha de clases entre los trabajadores y el
sistema financiero, y ha puesto en duda la democracia representativa
y el papel de los partidos como medios para canalizar las demandas
públicas. México no ha sido la excepción, por supuesto.
¿Qué debería
contener un nuevo partido político de izquierda en México ante la
crisis de la democracia representativa y del neoliberalismo?
Por ello, un partido
político de izquierda en México debe tomar en cuenta tres puntos
básicos:
Primero, la
transformación de una nueva sociedad, basada en una economía que
esté supeditada a la política, al medio ambiente y a una ética
internacional basada en la defensa de los Derechos Humanos. Aquí
viene la radicalidad del discurso de izquierda. En consecuencia, la
creación de un programa político surgido de la ciudadanía
organizada, pero también incitando a la ciudadanía pasiva a
organizarse y luchar por una transformación de la forma de vida
actual. Es decir, lo primero es tener un programa claro basado en las
necesidades de las grandes mayorías-
Segundo, la crisis de la
democracia representativa amerita un cambio a partir de la
profundización de los métodos democráticos que permitan la
expansión de la participación ciudadana para garantizar el poder
popular. En este sentido, se trata de la parte política de la lucha
de clases en favor de las grandes mayorías, esto es de los
trabajadores, campesinos, estudiantes, pequeños comerciantes. Por
ello, Morena debería asumirse como un movimiento político que
contribuye a la lucha de clases a partir de la transformación de las
instituciones del Estado desde dentro, pero con un pie bien plantado
en los movimientos sociales. Es decir, tener bien claro que la
burocratización del partido sería una consecuencia fatal para la
transformación de la sociedad mexicana, pues como las evidencias
históricas han mostrado, la burocratización separa al político de
la lucha social y lo acerca más a los intereses de quienes dominan
al Estado capitalista mexicano.
Tercero, el
desmantelamiento del Estado neoliberal mexicano debe contemplar a la
par la construcción de un nuevo Estado, que ponga por encima las
necesidades de la sociedad. Una economía que no sirva para dar de
comer a la sociedad, no sirve y debe ser reemplazada, un sistema
económico que no permita la regeneración del medio ambiente,
igualmente debe ser cambiado. Pero esta lucha no se logrará sólo en
las elecciones presidenciales del 2018, se logrará a partir de la
discusión de ideas en puestos de trabajo, escuelas, plazas publicas,
sindicatos, hospitales, zonas residenciales, en el campo, en las
maquilas, etc. Es una lucha intelectual, que busca la hegemonía de
un discurso ideológico en favor de las grandes mayorías, no de las
armas, no de las descalificaciones personales ni de gritar consignas,
sino de ganar debates y convencer con argumentos sólidos.